DRASTRØ

Nunca pude decir tu nombre en el llanto puro del amor sino en el del miedo
Eres la fuerza de esa huella dejada en la hondura de mis mapas pélvicos, nuestros lazos nunca fueron los de la camada sino los de la entenada sin patria con una madre huérfana/ fui más yo, estuve perdida entre las nubes y las horas de resistencia que sólo expandieron la lista de cada grano pendiente de pasar por el tamiz del Mictlán ¿dónde se hospeda mi recuerdo? Esta vida me palpita entre las muslas y yo no sé qué camino tomar que sea distinto al de la angustia y el reproche, me dejaron niña
Férrica distancia desde las orillas de ese río en el que mis lágrimas nunca fueron derramadas porque preferí la lejanía de tu figura, padre o algo que se me impuso para ser condenada a la obediencia, estoy hasta la vulva de tener que recoger cada cabello que se me ha desprendido por la magnitud de mis pasos y en ello descubrir la maraña de pendientes que tengo en el bagaje de mis estancias contigo
Tú nunca me tocaste, salvo para rasgarme
Aquí y ahora me descubro derramada en la repisa observando cada segundo que miro tu fotografía mirarme a los ojos como cuando nunca en tu vida, te fuiste y no supimos cómo derramar la copiosidad de tus sales y fue sólo el terror de tu ausencia lo que dispuso este orden de cosas que ahora me está arrebatando cada músculo
Lamo mis heridas, y a la vez espero estar prendida cuando la memoria me haga sentir cada gota de leche y miel, o latigazo en la espalda porque sé bien que mi lengua es la vara con la que soy medida
Izo mi alma en el mástil, más allá de lo profundo y de la oscuridad más húmeda que contonea la agudeza de mi espina
Hijo de la esclava ofrenda a un patriarca de estiércol, sol desteñido que en la inmolación de tu culpa hallaste un refugio en el chapo
Entonces descubrí el rastro de tu procedencia pero de nuevo grito hasta el mutismo sin condenarte porque después de no cruzar palabra vi tu cuerpo tendido
Rostro que fue perforado por el azar más viril
Nunca vi tu fuerza más que el rojo en la sangre de tu encía cobarde que titilante demostró tu indefensión
Algo más de tus líquidos dejó su rastro en la acera donde mi madre explotó de gritos y jamás volvió a ser tu ella misma
No sentí caer de mí un sangrado tan muerto e incontenible antes de tu arrebato
Diose me hizo del más oscuro deseo de una huérfana y un estorbo, qué más puedo decirte que no me parta el corazón que ya está más que hecho pedazos y que no alcanzo a remendar con el candor o la súplica
Eres el pie de Quirón
Zafio de río que no contuvo la reproducción de su sepa, fuiste tu primogénito de llagas cuyo tórax fue expulsado a puñaladas por la necesidad más primitiva
Moriste
O quizá sólo fuiste un sollozo en mi insondable andar de sirena en este mar de navajas que se diluye en el golfo
Rastro de púas, yo te bendigo
Anfibio de charco te suelto dentro de la memoria del aire
Libre serás mientras desciendas, te digo
En mi eternidad, he de alabar tu paso agradecida
Susurro al arco de tu flama un Réquiem para lxs desposeídxs

Neftalí (en hebreo: נַפְתָּלִי; " Mi lucha"), personaje bíblico. Fue, de acuerdo con el Génesis, el sexto hijo de Jacob, el patriarca de Israel, y Bilha, y fundador de una de las doce tribus de Israel. Su nombre hace referencia a la lucha entre Raquel y Lea por el favor de Jacob. Bilha era la criada de Raquel, que se creía estéril y convenció a Jacob para que engendrara un hijo de aquélla.

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